Sus pinturas son un homenajes al Bosco: utiliza colores rojos, ocres y negros en escenarios dantescos con criaturas fantásticas para denunciar la guerra y el racismo.
Hablamos del universo surrealista del taiwanés Mu Pan, cuya obra se expone en el Espacio Solo de Madrid.
Mu Pan es una presencia incómoda. Demasiado. Demasiado, incluso, en el más o menos vanguardista mundo del arte. Nihilista, socarrón y profundamente deslenguado, sus dardos alcanzan a los políticos (de todos los signos), el etnocentrismo cultural occidental y el establishment de su propio gremio, al que señala con el dedo sin miramientos. Normal que siga exponiendo en galerías independientes. Hablamos con él con motivo de la muestra que le dedica el madrileño Espacio Solo. Melifluos, abstenerse.
Garden of delights
¿Cuándo decidiste que querías ser artista?
Nunca he querido serlo. Lo que siempre he querido, hasta donde alcanza mi recuerdo, es pintar. Soy extremadamente afortunado por poder ganarme la vida con esto.
Tu trabajo presenta grandes semejanzas con la figura de los yokai, los monstruos (muchas veces benévolos) que han formado parte de la tradición artística japonesa desde el siglo XIV. ¿Qué es lo que te atrae de ellos?
Me gustan no los yokai en sí, sino algunos concretos como Ukiyo-e, del periodo Edo, y los nishiki-e de la era Meiji, porque consisten únicamente en contornos y colores planos. Y también su contenido narrativo. No me considero especialmente influido por ellos, sino más bien por los monstruos ilustrados de la tradición china, recogidos en el Libro del Mar y la Montaña. Son formas muy crudas y simples, incluso cómicas, pero de manera incómoda. Gran parte de mi imaginario proviene de estas formas, que he reinterpretado en mi trabajo. Intento mantener en mis cuadros el espíritu burlón de las figuras originales.
Tradicionalmente, estas criaturas encarnan el temor a los espíritus, al potencial destructor de las fuerzas de la naturaleza y a los propios fantasmas de la mente. ¿Son también tus cuadros una representación de tus temores?
No. Para mí los yokai son criaturitas muy monas e interesantes, nunca me han parecido amenazadoras.
Muchas de tus figuras son antropomorfas, pero incorporan rasgos animales y fantásticos. ¿Crees que algunos rasgos del carácter humano se reflejan más fielmente con atributos de este tipo?
Creo a estas criaturas para burlarme del género humano. La gente intenta a menudo disociar la condición animal y la humana. Pero somos animales y actuamos igual que ellos.
Tu obra revela un profundo interés por la cultura pop, especialmente por el cine de ciencia ficción y el cómic: multitud de superhéroes de las clásicas editoriales Marvel y DC pululan por tus cuadros. ¿Qué es lo que te gusta de ellos?
La verdad es que odio a los superhéroes. No leo los cómics de estas editoriales ni veo las películas que se ruedan sobre ellos. Para mí son la cosa más tonta del mundo. He recurrido a ellos en el cuadro Loyal Retainer – Capítulo Final, que tiene una intención concreta, pues para mí la idea de los superhéroes es tremendamente racista. Es la propaganda y el lavado de cerebro característicos de los Estados Unidos. No comparto la idea de que el mundo esté llamado a ser salvado por hombres blancos, ingleses, guapos y de ojos azules. Y no entiendo que la gente de su propia industria no los considere ridículos. Ni siquiera permito a mi hijo que vea esa basura, porque lo que quieren es que todos los niños de otras razas vean a los hombres blancos americanos como los mejores del mundo y los naturalmente dominantes, de manera que más tarde acepten ser controlados por ellos.
Tienes tendencia a construir episodios épicos. ¿Por qué es el componente narrativo tan importante para ti?
Me encantan las películas épicas, incluso imparto clases sobre este tipo de ilustración. Es el único modo de crear imágenes que concibo. Y como ya he dicho, no soy un artista, el arte no me importa lo más mínimo. Lo único que hago es pintar y narrar historias con ello.
BigWhale
La mayoría de tus cuadros muestran escenas de guerra y seres que luchan contra la adversidad. ¿Es así como percibes a la humanidad? ¿Crees que vivimos en un mundo competitivo?
Creo que hay algo hermoso en la guerra. Es trágico que sea la forma más baja con la que los políticos aseguran sus puestos y sus beneficios económicos. Los soldados íntegros han dado lugar a personajes maravillosos, y también han escrito la historia. Hay que ser un gran artista para concebir una guerra. Los señores de la guerra tienen que dominar un sinfín de estrategias, como la formación de sus soldados, el contexto económico y geográfico, el número de luchadores de cada bando y el arte del lavado de cerebro en pos de la lealtad y el sentido de la misión. Dirigir todo esto requiere una enorme paciencia, carisma e inteligencia. Ya sea para invadir o para defender, para mí es bello cómo una persona puede reunir la fuerza individual para convertirse en un gran luchador contra su oponente. En este sentido, admiro la fuerza del hombre y de los animales. Sueño con alcanzar el poder para dirigir, destruir e infundir miedo a mis enemigos. Obviamente, esto es imposible, nadie tiene ese tipo de poder hoy en día. Así que he creado un mundo a mi medida con mis dibujos. Puedo ser quien quiera ser y comerme a cualquiera a quien no soporte. De hecho, cada monstruo que dibujo es un autoerretrato.
Locusts
En tus cuadros, todas esas batallas involucran a masas, nunca son un cuerpo a cuerpo. ¿Crees que la violencia parte del individuo, de la sociedad o de ninguno de ellos?
Somos personas, somos monos parlantes. Tenemos un instinto animal, y eso hace que desafortunadamente, cuando las alternativas cívicas no funcionan, utilicemos la violencia como solución final. El odio es lo único que la humanidad practica y cultiva mejor que cualquier otra especie. Nos empuja a avanzar. El odio de un individuo es solo energía negativa, pero cuando un colectivo comparte el mismo odio, este se convierte en un poder magnífico que puede cambiar cualquier cosa, incluso los hechos, en favor del bando victorioso. Para el ser humano la violencia es la vía más eficiente. Y es triste, pero muchas veces lo es también para alcanzar la paz. En mi obra, la idea de violencia se presenta de forma bastante cómica, aunque haya sangre por todas partes. Me gusta exagerarla para darle una apariencia manga, incluso caricaturesca. Creo que el punto violento de mi obra es divertido, del mismo modo que puede serlo en South Park.
Tus ilustraciones también evidencian un elevado interés por la Historia y la política (por ejemplo, los indios, los vaqueros y los Estados Confederados de América durante la Guerra de Secesión). ¿Crees que el pasado determina el futuro?
Por supuesto. La gente nunca aprenderá. Aquí en Estados Unidos ves cómo la historia se repite cometiendo los mismos errores una vez cada cuatro años.
El propio Donald Trump y Hillary Clinton aparecen en tu obra “Two Pieces of Shit You Pick One That Stinks Less To Ya” (“Dos trozos de mierda, elige el que te parezca menos apestoso”). Se trata de una postura muy explícita, ¿es importante para ti mostrar un cierto compromiso político?
No creo en la democracia. No voto, nunca lo he hecho. No tomo partido, detesto a todas las facciones por igual.
Elegiste la pintura de entre todas las disciplinas artísticas que existen. ¿Por qué?
El dibujo, no la pintura. Esta última no me gusta, es algo propio de Occidente. Aunque algunas de mis obras incorporan color, siguen siendo dibujos. Me gusta el trabajo lineal, que es el más primitivo. Así lo hacíamos antes de tener constancia de las diferentes razas y culturas.
Panasiatic Black Bears
Tu trabajo refleja tu propio mestizaje cultural, como un nativo taiwanés que inmigró en Estados Unidos a los 21 años, a mediados de los 90. ¿Cómo recuerdas ese contraste cultural y cuál ha sido tu experiencia en este país desde entonces?
Desde mi punto de vista, no existen los nativos tawianeses. Solo los indígenes de Taiwán son realmente nativos. La denominación de taiwaneses, o nativos taiwaneses, es un invento de la prensa occidental para dividir a la población china. De hecho, si la comunidad internacional ama tanto Taiwán, ¿por qué en los años 50 reconocieron la República Popular China en lugar de la República de China (Taiwán)? Yo soy chino y siempre lo seré, aunque no sea ciudadano de China. Igual que lo fueron todos mis antepasados en los últimos 4.000 años. Nunca seré americano, ni siquiera asiático-americano. He aprendido su cultura porque vivo aquí, pero nunca me permitiré formar parte de ella. En lo más profundo, en mi forma de pensar y mis valores morales, sigo siendo chino. Cuanto más tiempo vivo aquí, más ridiculeces me encuentro. Pero no pienso irme. Voy a verlo todo desde aquí, sea bueno o malo.
¿Crees que el arte y la política tienen una relación natural? ¿Dirías que los artistas suelen tener una cierta tendencia contestataria?
Depende de la elocuencia que tengan esos supuestos artistas. No hay más que mirar a esos artistas de primera fila, que se dan a sí mismos ese nombre y proclaman peroratas sobre la vida, la creación y todo lo demás, pero tienen múltiples propiedades y una fábrica como estudio, con un montón de asistentes para crear su “arte”. La forma en que lo llevan no persigue más que el poder y la notoriedad, igual que lo hacen los caudillos o los líderes de una secta.
¿Qué asuntos sociales y políticos te preocupan tanto como para reflejarlos en tus obras?
El medio ambiente. No nos merecemos vivir en este planeta, no hacemos más que destruirlo. Así lo hice constar en mi ilustración de la gran ballena, que simboliza muchas de las amenazas medioambientales a las que nos enfrentamos hoy.
¿A qué artistas admiras?
A Henry Darger.
¿Qué opinas de la escena artística actual?
El arte es como el traje nuevo del emperador, y yo soy demasiado estúpido para verlo.
¿Cómo te gustaría ser recordado?
¿Cómo le gustaría a un granjero o un fontanero ser recordado?
Hablamos con el artista Mu Pan sobre sus obras, grandes formatos repletos de detalles, con monstruos, violencia, humor y crítica.
Cuando entras en Mu Pan y Otras Bestias, la primera exposición del artista en España que el Espacio SOLO acoge hasta el 26 de julio, te dan una lupa. Este hecho da una idea de todos los elementos que componen las obras de este artista nacido en Taichung, Taiwán, en 1976, y que vive en Estados Unidos desde 1997. Aunque muchas de ellas son grandes formatos, es necesario acercarse para poder percibir todos los detalles que forman las escenas de este “creador de mundos”, como él mismo se define.
Detalle de la obra Sharkuza, 2015. Acrílico sobre madera.Mu Pan
En su mayoría son escenas de batalla, en la que un monstruo y varios ejércitos se enfrentan entre sí. El monstruo representa los problemas actuales que preocupan a Mu Pan, que van desde el calentamiento global al racismo o el gobierno de Estados Unidos. “Dibujar y pintar son para mí las formas más obvias de reclamar justicia”, alega. Y en los ejércitos encontramos las referencias que más le han influido en sus obras, como los guerreros del ukiyo-e, el grabado tradicional japonés; la literatura china, el manga o el cine. Alta cultura, seres monstruosos, personajes históricos e iconos pop juntos y revueltos.
Detalle de Big Whale, (2018). Acrílico sobre madera.Mu Pan
En esta exposición se muestra por primera vez su versión de El Jardín de las Delicias del Bosco. “Es una obra retrospectiva. Un tríptico en el que he condensado los últimos 20 años de mi vida”. Junto a ella podemos ver otras obras suyas, separadas en tres salas por temáticas, que dialogan con estampas japonesas de los grandes maestros del ukiyo-e, Utagawa Kuniyoshi y Oju Toshimasa, y de otros creadores contemporáneos, como Dan Hernéndez y sus escenas de batallas, la mezcla de estética de videojuegos con influencias renacentistas o bizantinas de Motohiro Hayakawa o los collages llenos de detalles de Dustin Yellin.
Mu Pan y otras bestias Del 26 de abril al 26 julio 2019 en Espacio SOLO (Madrid) Cita previa para visitas (gratuitas) a través de la web: www.coleccionsolo.com
Galerie LJ is thrilled to announce the opening of the first retrospective show of Chinese-American artist Mu Pan, at Colección SOLO, a private museum and amazing collection in Madrid, until July 26, 2019.
Mu Wen Pan was born in Taichung City, Taiwan, in 1976, and initially opted for art school as a means of escaping a career in the military. He moved to the USA in 1997 with his family and studied at the School of Visual Arts in New York where he earned an MFA with honors in 2007. A firm believer in humanitys basic need for narrative in visual imagery, Mu Pan describes his work as “quite simply about telling stories.” In his intricate battle scenes, human figures, beasts and bizarre mixtures of the two come together in epic life-and-death struggles.
With influences ranging from Hong Kong cinema of the 1980s and 1990s to Japanese manga and kaiju movies, he incorporates elements of Chinese history and mythology to tell epic stories and legends with modern sensibilities. Mu Pans artwork is never about art for its own sake – in his own words, “I am just an otaku who draws.”
As an artist who tells stories of epic, large-scale battles, war is one of Mu Pans primary inspirations. He often draws from the theatre of modern events to find inspiration for his work. “Usually, when Im excited about something I saw or read on the media, or from my daily life, I first associate the subject with a monster or some creatures on a large scale, then think about who it will be fighting with.”
This outstanding exhibition brings together 20 paintings and drawings by the artist from 2014 to 2019, a trailer of the documentary currently in progress by the collection, as well as documented sources and references used by Mu Pan, including plates by ukiyo-e master, Utagawa Kuniyoshi.
Mu Wen Pan was born in Taichung City, Taiwan, in 1976, and initially opted for art school as a means of escaping a career in the military. He moved to the USA in 1997 with his family and studied at the School of Visual Arts in New York where he earned an MFA with honors in 2007. A firm believer in humanitys basic need for narrative in visual imagery, Mu Pan describes his work as “quite simply about telling stories.” In his intricate battle scenes, human figures, beasts and bizarre mixtures of the two come together in epic life-and-death struggles.
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